Eveliina Ahonen
Desde pequeña me llaman Ella.
Creo que mi amor a las cosas bellas y antiguas viene de mi madre. Vivíamos en una casa antigua de madera y ella la llenaba con muebles y objetos con encanto y personalidad.
Ya siendo niña, en Helsinki iba a tiendas de segunda mano y veía tesoros en todos los objetos gastados, en las cosas que habían vivido ya una primera vida. No podía resistirme a adquirir cosas hechas de buenos materiales. Aun disfruto sintiendo entre mis dedos tejidos como la lana, la seda y el terciopelo.
A los 14 años empecé a coser sombreros. Me encantaban los de los años 1920. Luego hice la carrera de costurera y continué con la de diseño textil. Durante la carrera, empecé a trabajar como autónomo para revistas de decoración. Disfrutaba creando espacios con muebles, colores y texturas. Colocar objetos era como crear composiciones. Por los artículos que he escrito, he tenido la oportunidad de entrar en casas con decoraciones fascinantes. Y he escrito sus historias, en las que los objetos tenían muchas cosas que contar.
Mi madre y mi hermano son artistas, y ellos me han inculcado el amor hacia la pintura. En casa siempre había muchos libros de arte y aunque no he profundizado tanto como en ellos, siempre he disfrutado observando cuadros y viendo que en ellos hay espacio mucho más allá de lo representado.
Durante mi vida, he ido recogiendo cosas que los demás no querían. Para no echarlos a perder, he guardado grandes cantidades de cosas que parecían absurdas: desde jabones decorativos hasta agendas antiguas y gafas graduadas. Y allí seguían conmigo cuando Virginia me propuso empezar este proyecto. Me di cuenta de que todos esos objetos guardados habían estado esperando a Artefacto.
A veces, los caminos nos sorprenden.
Since I was a little girl, everybody calls me Ella.
I think my love for beautiful things comes from my mother. We lived in an old wooden house, which she filled with charming furniture and objects full of personality.
Even as a child, I went to the flea markets and saw treasures in all decayed and unique objects, in the things that already had lived a life. I couldn´t resist things made of materials of great quality. I still get thrilled savouring with my fingers fabrics such as wool, silk and velvet.
When I was 14 years old I started to sew hats. I loved the ones from the 1920´s. Later, I studied dressmaking and continued for the textile design.
During my studies, I started to work as a freelancer for decoration magazines. I enjoyed creating spaces with furniture, colours and textures. Placing elements was like forming a composition. Thanks for the articles I have written I´ve had the possibility to enter homes with fascinating decorations. I have told their stories, in which the objects have had a lot to say.
My mother and my brother are artists, and they have inculcated in me the love for art. At home there were always lots of art books and even though I didn´t delve as deep as they did, I have always enjoyed observing paintings and finding out that there are more to them than the surface.
Time and again I have saved curious stuff that others didn´t want. To prevent those things from being thrown away, I have kept enormous amounts of things that seemed absurd: From decorative soaps to old agendas and graduated eyeglasses. There they were, kept safe, until Virginia proposed to start a project with her. I realised that all those stored objects had been waiting for Artefacto.
Sometimes there are surprising paths.